MÁS DE CINCUENTA. Por Coscobil Fernández

Nací Cuando mi madre tenía cuarenta y cinco años, siempre tuve amigos que tenían una cosa en común. Cuando nacieron ninguna de sus madres superaba los treinta años. Por lo tanto hasta que no alcancé cierta edad me produjo un poco de complejo. Cuando me preguntaban, que edad tenía mi madre, yo siempre contestaba – Más de cincuenta- .

Cuando yo tenía doce años, hizo un invierno crudísimo, (Casi como el que estamos teniendo ahora) Recuerdo que después de mucho tiempo con temperaturas bajo cero, con nieves, vientos y agua, vino un domingo con una temperatura buenísima, con un sol limpio y especialmente claro. Mi madre ese día nos anunció a mi padre y a mí – ¡Hoy vamos a comer al sol ¡- Con una alegría tremenda, que yo no entendía muy bien. Yo para mis adentros empecé a imaginarme el plan. Mi padre con su periódico, mi madre con sus plantas, y yo aburrida como una ostra, ya que el plan era ese ¡Comer al sol!
Comimos tranquilamente solos los tres, sin primos, sin amigos, sin nadie. Yo cada vez más aburrida y sin entender la cara de satisfacción que tenía mi madre. Cuando se estaba tomando el café, cerró sus ojos extendió sus brazos hacia arriba con las manos muy abiertas y exclamó ¡Qué felicidad ¡ ¡Puedo tocar el cielo! Yo la miré sin entender, ¿Cómo podía ser tan feliz sin hacer nada especial? Instintivamente mi mente buscó la respuesta – ¡Claro como tiene más de cincuenta!-

Vivo en Albacete y éste año ha sido tremendamente frió, con casi todos los días bajo cero, con mucha nieve, viento, lluvia y muy gris. El fin de semana decidimos ir a la playa y el domingo amaneció un día precioso increíblemente limpio, con un sol brillante, con una temperatura maravillosa, era una delicia sentir el sol acariciando la piel. Me sentí tremendamente feliz y en voz alta manifesté -¡Hoy comemos al sol!- y nos dirigimos a comer a Cabo de Palos,” comimos al sol”, era una regalo para los sentidos, una verdadera delicia. No necesitaba nada más, tenía la sensación de estar recibiendo un premio por estar viva y tener la oportunidad de disfrutar con mis cinco sentidos de un día tan maravilloso. Y sin darme cuenta, cerré los ojos estirando los brazos y abriendo mucho mis manos, en voz alta dije ¡Soy tan feliz que puedo tocar el cielo!- Inmediatamente me acordé de mi madre y le dediqué una sonrisa le dije – MAMÁ TENGO MÁS DE CINCUENTA-

Coscobil Fernández

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