Otra vez más. Por Ketsya

Rose
Era la misma hora, el sol caía sobre los tejados de Toledo. Ni un
segundo más, ni uno menos, ni un minuto adelantado y mucho menos
atrasado. Sonaba nuestras canción, la canción que siempre me dedicaba
a las misma hora. Cuando me lo dijiste me parecía casi imposible que
hubieras exigido a aquel programa de radio contemporáneo que pusieran
nuestra canción a las 8:00,03 de la tarde.
Sonaba la canción y yo la tarareaba en voz baja, mientras tu tocabas
cada nota acompañando el dulce silbar de los violines, como si de un
concierto se tratara. Aquella tarde, antes de culminar la «obra» y
esperar mis aplausos y sonrisas te acercaste a la ventana, donde yo,
sentada en el quicio del ventanal, observaba como el sol ocultaba su
rostro.
Tus manos se posaron en mis hombros, mi cuerpo se estremeció en un
dulce cosquilleo incesando que recorrió mi piel de arriba a bajo.
Comenzabas a acariciar mi fino cuello y los dedos lo amasaban con
delicadeza, siempre recordabas el intenso estrés que se me acumulaba
en las primeras vértebras de la columna. Después vinieron aquellos
besos, tan breves y tan dulces. Y a la vez de lentos, rápidos, la piel
se me erizaba y la brisa de Otoño se colaba por la ventana y chocaba
en nuestros rostros. Tu, creyendo que mi piel se erizaba por el frío,
pasaste tus manos por mis brazos de arriba abajo, calentándolos,
dándoles calor.
Más caricias y más besos, luego más pasión y deseos por tenernos el
uno al otro. Entre el sonido de tu respiración se escuchaban las
últimas notas de mi canción, de nuestra canción. Aquella que tocaba el
grupo de música aquel cuando los dos nos miramos por primera vez. Que
gratos recuerdos me venían a la mente mientras abrazabas mis labios
con los tuyos, besándolos de esta forma tan peculiar, tan tuya.
Tras ese beso intenso me abrazaste apoyando tu cabeza en mi pecho,
refugiándome del frío y volvía a naufragar en los pensamientos del
pasado. Aquellos recuerdos en los que nos escondíamos tras los
portales para desearnos y besarnos. De pronto… sonó el despertador.
«Otra vez ese estúpido sueño», pensé, «Otra vez…»



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3 comentarios

  1. Ketsya, como buena hechicera que eres, no nos rompas el hechizo. Nos cautiva leerte y tu manera de sentir, y al final vas y… pero bueno, no ser

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