¿Cómo es posible que no lo sepas? Por Robert Lozinski


Es algo que nuestros hijos oyen cada día cuando se encuentran en clase o cuando hacen los deberes con un profesor que, en teoría, debería ayudarlo para que lo supiera. Digo en teoría porque en la práctica las cosas son un poco diferentes. El aprendizaje es un camino sin fin que dura tanto como nos haya tocado vivir. Se aprende de cualquier cosa, incluso de una caída sobre el hielo en invierno. Si hubiera caído de otra manera, la espalda, el brazo o la rodilla no me dolería tanto. Pero cómo caer de otra manera si todo pasa tan rápido. Hay una teoría incluso para eso; pero en la práctica, como ocurre siempre, las cosas son un poco distintas. Es entonces cuando nos damos cuenta de que el pensamiento no nos ayuda, de que la mente no sirve, más bien estorba. ¿Por qué no somos como los gatos, por ejemplo, que nunca se rompen nada cuando se caen?

Las caídas deberían ayudarnos a ver nuestras limitaciones, también las intelectuales; no se puede saber algo que no se ha aprendido antes, que no fue explicado una y otra vez, siempre con paciencia. Por eso digo que, antes de abalanzarnos sobre nuestros hijos, o sobre los hijos de otros con esta inútil pregunta, deberíamos saber si las cosas les fueron debidamente explicadas y si las entendieron. Porque somos nosotros los que ponemos cara de bobos cuando les decimos ¿cómo es posible que no los sepas?

Robert Lozinski
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