El árbol herido. Por Juan A Galisteo Luque

No es el viento helado quién secó tu hoja,
ni aquel que quemara tu rama marchita,
es la madre Tierra, que da y que despoja,
esa que concede, que premia y que quita.

En mitad del campo tu sombra se aloja,
y te veo solo, desde aquella ermita;
el viento te azota, el agua te moja,
y la misma tierra te expulsa y te agita.

Silvestre arbolillo, hoy por el sendero,
viendo que ese rayo tu rama ha partido,
también yo he sentido su flechazo fiero.
Me acerqué a tu lado, arbolillo herido,
quise acariciarte con celo sincero,
y vi, que dos tallos habían florecido.

Juan A Galisteo Luque
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