El nuevo “Ceniciento”. Por Mercedes Martín Alfaya

Había una vez un libro que nunca había salido de la Biblioteca. Era un libro al que nadie prestaba atención. Todos los días, el pobre libro veía como los usuarios entraban en la sala, ocupaban sus mesas de estudio, consultaban otros libros, buscaban revistas, boletines, novelas, películas de préstamo y todo eso que hacen los usuarios en las Bibliotecas; pero nadie reparaba en él. Bueno sí, el bibliotecario, de vez en cuando, le empujaba el culillo para alinearlo en su estante o le cambiaba la signatura topográfica por otra más reciente y moderna. El caso es que el libro, sin comprender que sólo era eso: un libro, sentía unas ganas enormes de viajar. Y, claro, a menos que alguien se lo llevara consigo, parecía poco probable que cumpliera su sueño.
Un día, nuestro libro escuchó decir a una de las empleadas de la biblioteca que se iba de vacaciones a Viena y que se llevaría un libro para el trayecto en tren. Nuestro protagonista, enseguida asomó otra vez el culillo para sobresalir un poco del resto, a ver si había suerte y era el elegido. Como las personas, a veces, nos guiamos por estas “facilidades” que nos brinda la casualidad, pues Estrella, la empleada de la biblioteca, lo tuvo fácil.
-Éste. Me llevaré este que parece con ganas de acompañarme, jajajjaja” –bromeó.
El libro viajó en la mochila de Estrella hasta Viena y allí, nada más llegar, Estrella sufrió un imprevisto percance: le robaron la mochila.
Al parecer, el ladrón se apropió de todo aquello que le pareció de valor y luego se deshizo del saco-mochila y del libro. Alguien, que pasaba por allí, al ver un libro lo recogió del suelo y lo abrió. Enseguida se dio cuenta que el libro estaba escrito en español. Miró hacia un lado…, luego hacia otro… y descubrió un autobús de turistas españoles al otro lado de la calle. El hombre se acercó y trató de explicarles que había encontrado el libro y que, seguramente, pertenecía a alguien de España.
Rafael, uno de los pasajeros que hablaba alemán, le dio las gracias y se quedó con el libro para entregarlo en alguna Biblioteca española ( Rafael era cordobés; de mi tierra).
Cuando llegó a Córdoba, Rafael, nuestro “mensajero” entregó el libro en una de las Bibliotecas de la ciudad y el empleado comprobó que el libro pertenecía a otra biblioteca andaluza; en concreto, a la Biblioteca Municipal «Antonio de Hilaria», en Rincón de la Victoria (Málaga) a donde fue trasladado el libro.
Toñi, la directora de la Biblioteca malagueña, una mujer encantadora y comprometida con su trabajo, al recibir el libro y escuchar las peripecias viajeras de aquel ejemplar, se emocionó tanto que no dudó en habilitar un lugar privilegiado en la sala de lectura para colocarlo como homenaje a tan curiosa y arriesgada hazaña. Desde entonces, el libro al que nadie prestaba atención, se ha convertido en una reliquia a la vista de todo el mundo. Y no hay día en el que la vitrina donde se expone, no se vea rodeada de gente interesada en conocer la historia viajera de aquel libro al que, de vez en cuando, le sube el colorcillo de rubor al sentirse protagonista de toda una Biblioteca Municipal, de la que había sido el “ceniciento” hasta hacía bien poco.
Lo que nadie sabe es que los libros también cuentan con su hada madrina; que en este caso, tiene nombre (cariñoso) de mujer: Toñi

Acabo de enterarme que le han colocado un cartelito al libro, que dice: “He vuelto a casa solito desde Viena”.

Texto y foto: Mercedes Martín Alfaya
Blog de la autora.

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