7 Primaveras 7. Por Carmen María Camacho Adarve

Algunas mujeres

“Me están mirando mis colores

advirtiéndome del tiempo que pasó,

el ojo izquierdo las manos

el derecho las canas.”

Carmelo Palomino.

Carmelo Palomino Kayser (1952-2000). genial pintor jienense artista de tabernas, de jóvenes y de la calle Pero fueron las tabernas de Jaén las que jugaron el papel de “centros” improvisados de jóvenes: Paredes, Brígido, Hermandades, el Carmen, Bigotes, el Patio… sus modestos salones acogían a los grupos que compartían unas litronas acompañadas de patatas fritas, de unos cacahuetes o unos huevos rellenos mientras charlaban o se seducían, y que convivían con los parroquianos habituales o con viejos alcohólicos medio vagabundos, de los que retrataba Carmelo Palomino. La mayoría de esas tabernas han desparecido, se han reconvertido o han vuelto a ser patrimonio de sus parroquianos… Siete años después de su muerte, su obra sigue despertando un importante interés como referencia de la pintura de la época en todo el país.

Ayer y hasta el próximo 28 de abril, parte de sus obras (algunas no catalogadas hasta ahora) se podrán admirar en el Salón de Exposiciones de la Diputación Provincial de Jaén. La muestra ‘7 primaveras 7’ está integrada por óleos y obras realizadas a pastel. La componen algunos de sus cuadros más conocidos y nuevos trabajos. Es la muestra de Palomino más importante desde que hace seis años el Museo Provincial de Jaén acogiera su antología, gracias a la que se pudieron catalogar 725 obras del pintor. Entre los cuadros incluidos en ‘7 primaveras 7’ destacan su ‘Plaza de Santa María’ del año 1998; ‘El contrabajo’, de 1990; ‘Viernes Santo’, de 1987; ‘Pepinico’, de 1995; ‘Capilla de San Fernando’, de 1998 o las series dedicadas a ‘Paquita’, de los primeros años de la década de los 80.
La inauguración de la exposición era en principio para el entorno familiar y el de los amigos», y contra todo pronostico se desbordo, llegaron admiradores salidos de todas partes, eso si con mucho cariño… un clamor de voces que apenas se dejaba oír a los poeta y la poesía de José Viñals,. Termino el acto con la actuación de un guitarrista que fue inaudible.

Yo no me enteraba que pasaba. Hasta que llego la hora de la salida, y comprendí el clamor “habían volado” todos los libros. A manos de los muchos admiradores, se los llevaban a pares. Amablemente le sugerí a un señor, con el cual me tope literalmente, que llevaba tres libros bajo el brazo… -¿seria tan amable de darme un ejemplar? Se han terminado todos en segundos –dije- y el señor sin inmutarse -me respondió- con toda seriedad “es que son para un encargo” – sin palabras me quede, sin palabras me quede. Tal vez fue el alma de Palomino quien allí nos convoco. Todo sea por ti Carmelo Palomino estés donde estés te queremos y tu sigues gastándonos bromas.

©Carmen María Camacho Adarve


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