De esta ciudad inmensa y dolorosa
más de una esquina habrá que me he perdido,
más de un jardín que nunca he conocido,
más de una puerta extraña y azarosa.
Y una mujer ardiente y candorosa
que me esperó con gesto detenido
-que, sin saber, obvié- y hasta un sentido
verso genial que se murió cual rosa.
Y es seguro que habrá hasta una ventana
que, abierta, me aguardaba una mañana
y que acaso ignoré por otra suerte.
Y algún lejano callejón sombrío
donde, a pesar de este lamento mío,
agazapada y presta está mi muerte.