La nave se posa suavemente; como una hoja seca que cae al suelo en otoño.
-Atención central. Paso a informar sobre la situación. Este asteroide aparece abandonado e inactivo: Los edificios, las autopistas, los aeropuertos, los medios de transporte, las instalaciones fabriles, los centros generadores de energía… todo, absolutamente todo.-
Una voz metálica y envolvente pregunta desde el infinito.
– Entonces, ¿podemos confirmar que es cierto que esos estúpidos humanos se han vuelto “intrínsecamente buenos”?
– Afirmativo. Y así lo hemos constatado hablando con uno de nuestros contactados. Dice que se sienten plenamente felices y que no ambicionan nada. Han dejado de competir y practican lo que denominan amor fraterno. Ello tiene como consecuencia que se estén abandonando hasta morir de inanición. Esta humanidad está a punto de extinguirse. Es alarmante, ya que quedan poquísimos ejemplares, casi todos hembras.
– Perdone profesor, ¿cree usted que ese fenómeno colectivo es producto de un acto volitivo?
– No; más bien me inclino por un cambio bioquímico, una mutación genética que les afecta a ciertas áreas específicas del cerebro.
– Entendido. Eso significa que, tal como hicimos hace eones, tengamos que volver a repoblar ese feo y pequeño asteroide. Veamos, profesor ¿Sugiere usted que es el momento de preparar una oleada de fecundadores para esparcirlos por la Tierra?
-Sí. Y espero que esta vez, a los humanos no se les ocurra llamarles Eloims ni los cataloguen como unos gigantes que yacieron con las hijas de los hombres. Y menos, que a los más avanzados de la nueva especie se les ocurra describir nuestros experimentos genéticos como producto de una divinidad.-
– ¿Cómo piensa usted, profesor, que nombrarán a estos nuevos fecundadores? Inquiere la voz metálica con marcado sarcasmo.
– Depende de la zona geográfica en donde se inicie la repoblación ¿En donde está previsto ubicar el “paraíso” en ésta ocasión?
-En un área nombrada como Andalucía, concretamente en Cádiz.
El profesor no puede reprimir una carcajada antes de responder.
– Pues les puedo asegurar que a los nuevos fecundadores les llamaran” Pichas Bravas”.