premio especial 2010

 

May 22

Ana estaba dormida en la cama que le correspondía en casa de su abuela. Paola, junto a ella, mantenía los ojos entreabiertos con la mirada puesta en la ventana y Miguel, desde el exterior, se asomaba excitado en el trasluz de las finas cortinas de la habitación.

Ana era de pelo negro azabache, ojos pequeños y rasgados, piel blanca y sonrojada en invierno, cara de inocencia que chirriaba con su mirada inquietante, erótica e insinuante, quizá por su fuerte miopía. Aun así, Ana poseía una belleza y dulzura infantil impresionante, por aquellos días rondaría los 8 años y su feminidad se resumiría a las burdas imitaciones de su madre que hacía contenta, vestida totalmente como una mujer fatal.

Paola, era la niña andaluza por antonomasia. Morena de piel, ojos grandes y a juego con su pelo largo aun siendo niña. Le gustaba cantar y tocar las palmas y se preocupaba más por las telenovelas o el flamenco que por los estudios y el colegio, algo que pasaba desapercibido entre los miembros de su familia que tan sólo quedaban embaucados ante la gracia sevillana que poseía la niña de tan sólo 7 años.

–         Pobrecito Miguelito ¿verdad?

–         ¿Eh?

–         ¡Venga Ana! No me puedo creer que te hayas dormido ya.

Ana despertaba mientras observaba a través de sus ojos entreabiertos como su prima Paola iba hacia ella y se introducía entre sus sábanas.

–         No puedo dormir, – dice Paola – la abuela debe estar ya dormida y mira a Miguelito, ya está otra vez mirándonos.

–         Venga Paola vamos a dormir que mañana nos despertará el abuelo para ir al cole a las 8 de la mañana.

Paola acariciaba suavemente la cintura de su prima, introduciendo su mano bajo la blusa de su pijama repleto de dibujitos de princesas de cuento.

–         Ya nunca lo hacemos Ana, ¿es que ya no me quieres?

–         Claro que sí tonta pero es que estoy cansada.

Paola no dejaba de mirar la ventana donde se encontraba Miguel mirando con rostro excitado pero a la vez inocente.

–         ¿Sabes? Nunca podría estar con un chico, mira a Miguel, se ilusiona mirándonos en lugar de actuar teniendo incluso 4 o 5 años más que nosotras.

Ana al fin sonrió y mostró la cara que esperaba Paola. Ésta se acercó y besó a Ana en los labios, un breve roce, un contacto entre pieles, un leve toque entre labios inocentes.

Posteriormente, siguió lo de muchas noches. Paola y Ana eran niñas, como cualquier otra, jugaban en el cole a las muñecas, a repasar coreografías y al coger. Pero en casa, jugaban a ser mamá, una mamá que poco veían y de la que poco sabían. Una madre, que en realidad era lo que se imaginaban que sería una madre y, sobre todo, ellas se consideraban mujeres y ansiaban en demostrárselo a sí mismas.

El niño no aprecia grandes diferencias entre él y un hombre, no existe un gran momento ni un importante proceso, no existe ningún rito social que diga al niño que es hombre o que al menos le permita imaginárselo. Un niño se podría decir que incluso viste prácticamente igual que un hombre. Sin embargo, una niña aprecia grandes cambios que son metas para ella. Puede aspirar a ser médico, abogada o arquitecta pero, todas, absolutamente todas las niñas aspiran a ser mujer ante todo. La primera menstruación, el primer sujetador, el abultamiento de los pechos, el maquillaje, los tacones… son retos de una niña normal como Ana o Paola…

–         ¡Vamos niñas! A ducharse que es tarde y hay que llegar a tiempo al cole, que no es de buena educación llegar tarde e interrumpir al maestro. ¡ A la ducha que vuestra abuela ya tiene preparado el desayuno!

–         ¡Yo primero! Decía Ana.

–         ¡Venga hombre que es tarde, ducharos a la vez, que sois niñas, no me vengáis con las tonterías del pudor a vuestra edad!

Ana miró a Paola y ésta le respondió con media sonrisa. En el baño Paola se enjabonaba mientras Ana la miraba. Se entretenía observando como ríos de jabón corrían por la tripa de su prima hasta llegar a la entrepierna y precipitarse al vacío. ¡Qué suavidad tiene su piel, como desliza!

–         ¿Qué miras Ana?

–         Nada, ¿pero tu qué te has creído?

–         Tócame – dijo Paola tras un breve silencio.

El cuerpo infantil de Paola, sin curvas, sin distinción entre cintura y caderas, sin bello y moreno y nuevo resplandeciente sin arrugar era recorrido centímetro a centímetro por las pequeñas manos redondas de Ana.

–         ¡Venga vamos! Vociferó el abuelo desde el otro lado de la puerta del baño.

Las dos pegaron un brinco y se dispusieron a salir y a colocarse el uniforme del colegio.

Se sentaron a la mesa de la cocina y desayunaron tostadas mientras Paola hacía manitas bajo la mesa.

En realidad todo el mundo sospechaba: los abuelos, la hermana mayor de Ana… Bueno en realidad, todo el mundo quería tan sólo sospechar. Bah eran niñas, tan sólo una tontería inocente, sólo intentan imitar a sus padres…

Pasado un par de meses Ana, que había estado pensando sobre su secretito, decidió pararle los pies a su prima una noche, de repente, porque según ella había empezado a gustarle Nico Váez, un chico de su clase.

Paola no encajó bien el golpe, la ruptura de su primer amor a los 7 años. Lágrimas caían por su rostro y no le dirigió la palabra a su prima durante más de una semana hasta que ya no pudo resistirse a jugar con ella a las familias y nunca más se supo de aquella curiosa relación pasional, nada, todo quedó en una graciosa historia de la niñez, un secreto compartido y un tema tabú que perduró sellado hasta hoy.

Hoy llegó una carta especial a Ana remitida por alguien que no conocía. Se la trajo su hijo que venía de pasear en bicicleta y se había pasado por el buzón. Su marido se asustó al ver como lágrimas y lágrimas emborronaban las letras de aquella misteriosa carta, para cuando fue a interesarse por el contenido, Ana ya se había encerrado en la habitación y sólo se escuchaban tímidos llantos desde el exterior.

La carta, redactada con caligrafía y expresión de un niño, recordaba a Ana tiempos pasados, casi inexistentes ya en su memoria, más parecidos a un sueño o imaginación que a una realidad pretérita.

Contaba sobre su prima, a cuyo funeral  había asistido Ana junto a su marido hace tan sólo un mes escaso. Paola había fallecido por accidente de tráfico a la vuelta de las vacaciones estivales a los 41 años de edad.

La carta parecía estar escrita por su prima en la niñez y especificaba demasiados detalles como para ser una broma macabra. Además era su letra, escrita con su bolígrafo favorito verde. Hablaba sobre una sentencia judicial de hace muchísimos años. Ana ya lo había olvidado completamente, fue un suceso traumático de su infancia.

El médico de Paola, cuando era tan sólo una niña, le detectó signos de abuso sexual.

La sociedad de la época, muy concienciada contra el abuso sexual a menores de edad, rápidamente acusó a Miguelito, el chico tonto del barrio, que sufría deficiencias mentales. Ana, una niña apabullada por todo aquel asunto macabro y público se asustó y confesó que, realmente, Miguelito las observaba con frecuencia desde la ventana y que incluso llegó a masturbarse en su presencia.

La sentencia judicial fue firme. Miguelito pasó de ser un chavalillo vivaz y feliz que paseaba curioso por las calles de su barrio a ser un conjunto de órganos sedados de los que colgaba un hilo brillante de baba. A sus oídos adormecidos químicamente, seguro que aún llegaban la cantidad de insultos que le lanzaban aún muchos vecinos.

Una vida triste y solitaria enclaustrada en el hogar, huyendo de la venganza social de los vecinos, consternados por lo ocurrido con la morenita Paola.

La carta seguía con la misma caligrafía infantil verde.

En la carta, Paola se confesaba a alguien aún en su niñez.

En la carta, emborronada por los llantos de Ana, se podía aún entreleer cómo su prima, aún siendo niña confesaba a alguien quien había sido su verdadero acosador, su martirio, su oscuro amante que la acompañaba de la mano al colegio, su abuelo.

La carta terminaba con un “Por favor Miguelito, no le cuentes a nadie lo de mi abuelo, el me quiere mucho”.

Ana dio la vuelta al sobre y volvió a leer el remitente. Ahora si sabía quien era la persona que le había mandado aquella antigua carta infantil, “Miguel Ferrara Páez”, Miguelito.

Ana salió corriendo hacia casa de Miguel sin decir nada a su familia y en su mismo portal estaba la madre del mismo, ya anciana, con una vida entera dedicada a su hijo, un supuesto acosador sexual de niños. Lloraba y lloraba sentada en un peldaño de la escalera y la cual no soltó palabra.

Siguió corriendo y al llegar a casa de Miguelito la puerta estaba entreabierta.

Allí estaba Miguel sentado en un sillón con los ojos cerrados y con su corazón dormido.

Con la muerte de Paola, la vida de Miguel expiró, se esfumó, como algo caducado e inservible. La vida de Miguel, sin Paola, su amor infantil, no tenía sentido y las ganas de vivir que no le arrebató su enfermedad ni una sentencia judicial se desplomaron ante la muerte de un amor verdadero, un amor sincero, un amor puro que tan sólo existe en el corazón de un demente.

173-Una Carta Verde. Por Diógenes, 7.3 out of 10 based on 82 ratings

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25 Responses to “173-Una Carta Verde. Por Diógenes”

  1. HÓSKAR WILD dice:

    Un drama cotidiano. Sórdidas historias escondidas entre paredes silenciosas. Niños marcados para siempre.
    Mucha suerte.

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  2. friné dice:

    La infancia es como un baúl, oscuro, cerrado, con olor a antiguo y recuerdos gastados; que al ser abierto puede descubrir su lado más cruel e inhumano y a la vez las vivencias más felices ocultas en el rincón más apartado de la memoria. Se agradece la templanza de aquellos que saben escribir de forma elegante los recuerdos que muchos tuvieron que relegar al olvido para poder seguir con sus vidas. Gracias por este relato escalofriamentemente bello. Suerte

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  3. friné dice:

    escalofriantemente* (ups…)

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  4. Kike dice:

    Escalofriante, sorprendente y con buen uso de los tiempos. Muy bueno y mucha suerte!

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  5. Cánquel dice:

    Duro. A momentos oscuro y con ritmo cambiante, pero interesante. Suerte

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  6. Diógenes dice:

    Muchas gracias por el esfuerzo de vuestra lectura. El que «pierde» el tiempo escribiendo bien sabe lo gratificante que es siempre la lectura y opinión de alguien que no sea tu madre, tu pareja o un muy muy buen amigo. De verdad, gracias y me gustaría que me dijeseis si tenéis algún relato concursando.

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  7. Adafina dice:

    Hola Diógenes, me ha gustado tu relato. Es un tema duro y yo también lo he tratado en el mío. Me gustaría que lo leyeras y me dieras tu opinión. Es el 5 «Abre el corazón».
    Me ha gustado mucho el título.
    Suerte

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  8. Antístenes dice:

    Simplemente malo.

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  9. la ciudad dice:

    no sólo escalofriante, sino hasta sórdido. para todos hay gustos

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  10. Diógenes dice:

    Tiene que ser duro leer tanto relato para no encontrar nada a tu nivel Antístenes.

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  11. Roberta B. dice:

    Me cuesta creer que dos niñas de 7 y 8 años se masturben, y que lo hagan felizmente, mientras que una de ellas sufre abusos por parte de su abuelo. No entro a opinar sobre si la historia está bien o mal escrita, creo que da giros inesperados y que le falta unidad de acción.
    Este es un tema delicado, que a mí, personalmente me preocupa mucho; y que he abordado en varias ocasiones en mis relatos.
    Quizás no debería decírtelo aquí, pero no me gusta el enfoque que le has dado, casi erótico al principio para acabar en un tema de abuso infantil, lo siento, pero tenía que decirlo, hay niños que han sufrido mucho este tema y que han acabado marcados para siempre, creo que eso no se refleja en tu historia.
    Perdona si te molestan mis apreciaciones, y suerte en el certamen.

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  12. Diógenes dice:

    Me gusta que te hayas entretenido en comentarme Roberta, verás… lo que creo, o intento crear, es literatura. Intento jugar con las emociones, los sentimientos y sobre todo los prejuicios. Hacer sentir mal al lector por ver algo erótico en un acto de dos niñas que además «puede» que provenga esta actitud de los abusos que recibía una de ellas, como suele pasar en la mayoría de abusos sexuales a niños. Por lo de que en mi relato no se refleja una crítica explícita a estos hechos es porque no se trata de un programa sensibilizador o político, sino de interruptor de emociones, a pesar de que estudio políticas. Por último, la masturbación a esa edad… el relato esta basado en uno real. Muchísimas gracias y espero que sepan apreciar lo feo de mi relato y no lo bello, que no lo tiene. un saludo!!!

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  13. minerva dice:

    Acabo de encontrar y leer tu relato y me ha parecido estremecedor. Pero a la vez, contado con una sutileza digna de un buen escritor.
    !Mucha suerte!

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  14. SonRiS (= dice:

    Mucha suerte!

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  15. SonRiS (= dice:

    En mi opinión has conseguido tu objetivo de ser una auténtica lluvia de sensaciones.

    En una primera apariencia, puede parecer «raro» o incluso soez. Sin embargo, no lo es. Su calificativo adecuado sería diferente. No siempre se ha de escribir sobre lo que uno quiere leer y del modo que quiere que transcurran los acontecimientos.
    No discuto que el hecho de que el abuelo abuse de Paola sea algo terrible, pero, aun siendo así, ¿por qué no puede ser su cariñosa prima una bálbula de escape para la primera? Simplemente porque no lo concevimos como tal. Algunos habeis comentado que en la realidad no sería así. ¿Seguro?. Contemos con que Paola es una niña, y sabrá que lo que le hace su abuelo no le gusta a pesar de estar sumida en una condicionante ignorancia de la realidad; pero por ese mero hecho también será consciente de Ana se muy dulce con ella. Quizá relaciona de manera incorrecta el amor de su abuelo con sus acciones, por lo que se comporta del mismo modo con Ana pensando que eso es lo que se hace cuando quieres a alguien, o quizá no.
    En cualquier caso, esto es literatura y en cuanto a la narración, el relato es correcto. No nos basemos en el análisis deliberado del argumento.
    Felicidades 🙂

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  16. Diógenes dice:

    Muchas gracias por sus comentarios Sonris y Minerva. Respecto a Sonris, es un verdadero placer, salvo por el rubor que me provoca el suyo, observar como hay personas que son capaces de sentir, de palpar cada sentimiento, cada intención que puse en este relato, dando la sensación de conocerme de toda la vida. Muy gratificante mi primera experiencia en un certamen en el que los relatos son expuestos en público, es increíble la de gente que dedica su tiempo a estas cosas con lo solo que se siente uno a veces cuando escribe.

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  17. Mía dice:

    En mi opinión: muy real.
    Te remueve por dentro.

    Suerte

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  18. Roberta B. dice:

    Llevas toda la razón, Diógenes, después de dejar mi comentario, me arrepentí de lo que te había puesto. La literatura es ficción, y no tiene por que ser moralizante, estoy de acuerdo contigo.
    Quizás me pilló en un momento de ánimo bajo, quizás pensé en mi hija de ocho años, no sé. Es un tema tan delicado, y no está mal que se escriba sobre él, de la manera que sea, llamar la atención sobre algo que suele mantenerse oculto, es bueno.
    Suerte en el certamen.

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  19. RUIZ DE LA MUELA dice:

    El relato no me ha gustado. Se puede tratar cualquier tema pero éste en particular, siempre desde mi punto de vista, se te ha ido de las manos. Se mezcla lujuria, sexo infantil, violación… Si tengo que leer que se ha tratado con sutilieza entonces es que yo he leido otro relato. De todas formas es solo una opinión, posiblemente equivocada pero es lo que pienso. Suerte

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  20. Diógenes dice:

    Roberta es normal reaccionar así y, en parte, demuestra que funciona. Es evidente que a todos nos repugnan estas circunstancias. Pero me gustaría ahora empezar a hablar de otra faceta del relato que no se ha comentado: todos parecemos sensibilizados ( de una manera u otra) con la chica, pero… y Miguel? que os parece?

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  21. atípica dice:

    Creo que en una relato de ficción pueden tratarse TODOS los temas, eso depende del autor, y si ha sido buena idea o no de los lectores.
    En este caso, tanto los abusos sexuales a menores por parte de adultos cercanos (que además pueden crear o potenciar ciertas conductas), como ciertos actos sexuales fruto de la curiosidad, la inocencia, y la falta de pudor y criterio en niños muy pequeños son temas reales tan susceptibles de convertirse en el centro de una trama como otro cualquiera…
    Lo que no me convence de este relato es la construcción de los personajes, su carácter, no me llegan a convencer… me termina pareciendo más una perversión del escritor, que una ficción, porque como he dicho, lo logra hacerme creer el relato.
    Sea como sea todo el mundo tiene secretos, y las cosas no siempre son como parecen…
    Una apuesta valiente en cualquier caso.

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  22. ganges dice:

    Me parece un relato bueno.No obstante hay varias cosas…
    Hay un momento en el que hablas de los pasos que sigue una niña para llegar a ser mujer, y que un niño no tiene para saber cuando es un hombre… en fin puede ser, no lo discuto, pero parece más una reflexión del autor que literatura. Tras algunos empleos errones de las comas y los puntos que dificultan la lectura y la comprensión de las frases, vuelves a hacer una reflexión, o más bien das una opinión directamente. «un amor puro que tan sólo existe en el corazón de un demente». Creo que cambiando existe por existia hubiera sido un final mejor. Por lo demás, un relato estupendo. Espero que te sirva la crítica para mejorar.

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  23. Diógenes dice:

    Muchas gracias a los dos, sobre todo a tí, ganges. Son siempre, siempre de agradecer las críticas constructivas específicas. Ni me molestan ni las desestimo, las tendré en cuenta. Un saludo!

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  24. manolitro dice:

    Wow increible Carlos me lo leio enterito!!

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  25. Lolafabulosa dice:

    Me parece un relato increíble por los giros tan inesperados que da. Y te aplaudo por tratar un tema tabú como es el del abuso sexual, pero también por describir algo tan bello como es el descubrimiento de la sexualidad a tan tierna edad pero con un tono erótico.
    Me encanta, espero que a ti también, que el relato haya causado tanta controversia por los dos temas que tocas (abuso sexual y sexualidad entre dos niñas).

    Mucha suerte no solo en este certamen sino con todos tus relatos, nunca me defraudan! Una de tus top 5 admiradoras

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