- 7 Certamen de Narrativa Breve 2010 - https://www.canal-literatura.com/7certamen -

52- ¿Los sueños, sueños son? Por Rosa azul

Cuando escuchaba a los demás contar lo que habían soñado y cómo se habían sentido al despertar del sueño me preguntaba por qué yo no era capaz de soñar. Una amiga psicóloga, con la que solía desayunar en el descanso del trabajo, tras contarme uno de sus sueños me explicó que seguramente yo sí soñaba, que quizá una parte de mi cerebro no lo retenía; ¡pues vaya cerebro más tonto tengo!, me decía yo para mis adentros.

Curiosamente hace tres meses tuve mi primer sueño, al menos el primero que mi especial cerebrito conseguía retener. Era un sueño muy extraño, como si hubiera vuelto al pasado. Me encontraba con varios amigos de la época del instituto, uno de ellos quería salir conmigo, y puedo recordar perfectamente que en el sueño tenía dudas de si debía hacerlo, sentía que estaba enamorada de él, mas algo que no sabía qué era me frenaba. Aquel chico del sueño no era el chico con el que en la vida real me casé hace siete años. Nunca había tenido dudas sobre mi marido, sin embargo unos días después  de aquel sueño mi marido me dejó por otra.

A esa excepcional noche siguieron noches normales para mí en las que no existían los sueños, hasta que, casi un mes después volví a soñar y de nuevo mis sueños me trasladaban al pasado. Esa vez soñé que tenía que examinarme de la última asignatura que me faltaba para poder conseguir mi título de licenciada, lo cuál fue imposible por no llegar al examen, me había quedado dormida al no sonarme ninguno de los dos despertadores que me suelen despertar cada mañana. La noche siguiente soñé otra vez que no había forma de llegar al dichoso examen, el culpable fue un aparatoso accidente de tráfico que me pilló de camino a la Facultad. Pasó el día siguiente y afortunadamente esa noche no soñé nada relacionado con aquello, más exactamente, si soñé algo no quedó recuerdo alguno. Se hizo de día y no pude evitar irme pensativa al trabajo; justo cuando me había convencido a mí misma de que es de tontos calentarse la cabeza por un absurdo sueño, me llamó mi jefe para decirme que la crisis había afectado gravemente a la empresa; tenían que hacer recortes de personal titulado, si quería seguir allí había un puesto para personal no titulado en el que me podrían acoplar.

El bajar de nivel profesional conllevaba, por supuesto, bajar la cuantía de la nómina, por lo que me sentí obligada a adaptar mi nivel de vida a mi nuevo sueldo. Tenía una semana para decidir si me iba de viaje al Caribe con mis mejores amigas, el viaje que tanto tiempo nos había llevado organizar. Con el sueldo que cobraría a partir del siguiente mes económicamente iba a ir al límite del ahogo, así que decidí posponer visitar tierras caribeñas, muy a pesar mío. Esa noche soñé con una ola gigante que me atrapaba y me ahogaba.

Mis amigas se fueron al deseado viaje, con tan mala suerte que estando allí sufrieron un temporal tras otro.

Bueno, todo aquello ya forma parte del pasado. Hoy es mi día libre y necesito tranquilidad, creo que un día de playa sin hacer nada y en soledad me vendrá bien para pensar, o más bien para no pensar.

He tenido que aparcar un poco lejos, la playa está más concurrida de lo habitual. El suave oleaje y las ligeras nubes generan un ambiente ideal  para descansar, por lo que termino tumbándome. Estando profundamente dormida me despiertan gritos:

− Señora, ¿el coche rojo deportivo, es suyo?, sólo quería avisarle de que están intentando robarlo.

Sobresaltada me levanto y nos dirigimos los dos hacia el lugar donde tengo aparcado el coche, aunque no veo a nadie intentando robarlo, ni siquiera veo a alguien merodeando por allí. Pensaba volverme a la orilla de la playa, no obstante me paro y miro hacia el interior del coche para cerciorarme de que no hay nadie dentro de él. De tanto que abro los ojos siento que se me van a salir de las órbitas cuando lo que veo reflejado en el cristal es al individuo que me dio el aviso, se dirige hacia mí empuñando una navaja. Quiero salir corriendo pero no puedo, las piernas no me responden. Estoy viendo reflejado cómo se va acercando cada vez más a mí, con gesto endemoniado y alzando el arma. Siento que quiero chillar pero no puedo. Creo que me voy a desmayar cuando, temblorosa, me despierto; me levanto y miro hacia el mar, sólo ha sido una pesadilla. Susurrando digo que los sueños, sueños son, me río sarcásticamente de mí misma y me vuelvo a tumbar; el sonido de las olas me envuelven con su va y ven, consiguiendo de nuevo dejarme totalmente relajada.

Me quedo plácidamente dormida. Tan sólo unos minutos más tarde creo oír gritos entre sueños:

− ¡Oiga!, ¿tiene un coche rojo, deportivo, aparcado allí arriba?, lo están intentando robar.

Tras comprobar que los gritos se dirigen a mí, me pellizco; esta vez no es un sueño.