29- Tormenta interior. Por Diaclaro
Cuando la tormenta pasó ya nada era igual, nadie era igual.
Cuando la tormenta pasó ya nada era igual, nadie era igual.
¿Y tú que miras? ¿Nunca has visto un tío borracho, o qué? Sí, llevo un pedo encima que ni te cuento, ¡qué pasa!.
Aquella tarde la lluvia era una catarata que recorría las veredas y se adueñaba de las calles.