V Certamen de narrativa breve - Canal #Literatura

Noticias del III Certamen

15 abril - 2008

193-Cita a ciegas. Por Tristán Da Cunha

 Relato DESCALIFICADO para el premio del público

La noche en que Marcos y Adrián se conocieron apenas intercambiaron palabra. Adrián llegaba con ganas de relajarse y disfrutar. Marcos esperaba tumbado, el torso desnudo, a media luz. Con una erección casi dolorosa. Fuera, la luna brillaba.
            – Tienes dos minutos, Marquitos -le susurraba Laura tan sólo unos minutos antes, sentada sobre él en el sillón del salón-, antes de que baje a la casa de la vecina a por la tarta. Pero por encima de la ropa -ordenó, con esa mezcla imposible de malicia e ingenuidad que sólo en su rostro podían coexistir.
            Y Marcos respondió apretando sus pechos, enardecido. Ella, como siempre, lo rechazó después de incitarlo.
            – Vamos, Marcos -rezongó entre burlona y contrariada-, contrólate un poco, me vas a desaliñar. Mira –volviendo la vista hacia el reloj que tenía a su espalda-, mejor déjalo. Además, mi padre está al caer. Si encima te pilla así te mata, ya sabes la fama de estrictos que tienen los policías. No querrás que la primera vez que te vea sea metiéndole mano a su inocente hija, ¿verdad? Las primeras impresiones son importantes.
            – Laura, no me hagas esto. Sólo un poquito más, cariño.
            – ¿Qué haces? Relájate –zafándose de sus manos-. Compórtate. Le he dicho que eras un chico formal, así que respétame, por Dios -concluyó teatral, con fingida dignidad, para a continuación soltar una carcajada y descolocarlo, una vez más-. Me muero de ganas por ver cómo reacciona cuando nos vea aquí con la tarta para celebrar su cumpleaños. Seguro que ni él mismo se acuerda de que es hoy.
            – Venga, no seas mala, Laurita, déjame que siga, por favor. Y quítate algo de ropa –le suplicó bisbiseando apenas y deslizando la tiranta del vestido por su brazo izquierdo, al tiempo que olía el hombro que quedaba al descubierto-. Hace calor. Además, así, sin luz, a oscuritas, se respira una atmósfera muy romántica. Y mira cómo brilla la luna fuera.    
            Y ella se rió, divertida. Y, con las últimas carcajadas, se levantó, apoyándose deliberadamente en la entrepierna de Marcos para coger impulso.
            – Déjate de cursiladas -dijo con indisimulada sorna- y averigua qué le pasa a esa maldita lámpara. Porque te recuerdo que si estamos a oscuras es porque la lámpara se ha estropeado. Ahí tienes la caja de herramientas. Arréglala -señaló autoritaria-. Voy a recoger la tarta.
            Y se despidió de él con un beso breve e infantil, de una candidez que contradecía su simultáneo agarrón de los genitales de Marcos, antes de alejarse hacia la puerta sin mirarlo, caminando con la descarada seguridad de quien se sabe dominadora de la situación y es consciente del efecto que ejerce sobre el que la observa. Porque, por supuesto, Marcos no podía hacer otra cosa más que observarla arrobado. Iluminada por aquella luz tenue, con aquel vestido azul, estaba aún más irresistible, y ella lo sabía. Hija única y sin madre, no es de extrañar que hubiese crecido como la niña mimada de su padre, que sentía auténtica debilidad por ella, y con la autoestima reforzada, acaso un poco más de la cuenta.
            Se habían conocido una tarde de verano, en el club en el que él echaba unas horas extra como camarero para pagarse los estudios. Allí estaba ella, en medio de un grupo de niñas bien, con su rostro hastiado por una cristalina displicencia por todo y todos los que la rodeaban. Ella. En la distancia. Desde donde se hallaba, Marcos ya intuía unos ojos espectaculares. Cuando ella se acercó a la barra, no le hizo falta intuir nada. Era imposible no mirar a esos increíbles ojos garzos.
            – Un té helado –pidió ella, ausente.
Y Marcos se enamoró.
            Ella tardó algo más. Ya de novios, siempre le decía, para hacerle sentir bien, que aquel primer día se había fijado en él, que su indiferencia inicial había sido en realidad ensayada. Marcos sabía que no era cierto, y, desde luego, si había sido ensayada, había estado muy conseguida. Pero daba igual, poco importaba si Laura se había pasado meses ignorándolo. Incluso en esa primera etapa, cuando ella se hacía de rogar, Marcos era el hombre más feliz del mundo. No es que antes hubiera llevado una vida miserable. Hasta entonces su vida había sido normal, aunque vacía. Un marasmo existencial del que ella lo sacó en el momento en que le pidió aquel té helado. Desde entonces, él le había dado su amor a espuertas. Sentía que sólo la muerte podía separarlo de ella, por ella habría sido capaz de cualquier cosa: ir hasta el mismo Japón a por uno de esos kimonos que tanto le gustaban, gastarse el sueldo de un mes en comprarle su reloj favorito, reservar un restaurante entero para que ella celebrara su cumpleaños con sus amigos (éstos sí que “fingían” bien su indiferencia por él) o arreglar aquella lámpara del demonio.
Quién le mandaría a él meterse en esos fregados.
            En efecto, Marcos sabía entre poco y nada de bricolaje, pero en alguna ocasión había alardeado ante su novia, como sin darse importancia, para impresionarla, de que era poco menos que un as en la materia. Laura no lo creyó pero no insistió, y desde entonces, claro está, no dejaba pasar una sola oportunidad de poner a Marcos en un aprieto que le obligara a mostrar sus supuestas habilidades, pidiéndole que reparara desde aparatos que, a veces, ni siquiera existían -como la “tapiforla” del cuarto de baño, que, Marcos aseguró, se pasaría a arreglar en seguida- hasta televisores, radios, cepillos de dientes eléctricos, ordenadores. O “estropeando” ella misma alguno, desconectando, por ejemplo, el cable de la lámpara del salón… 
            El manitas se quitó la camiseta. Vamos, no podía ser tan difícil. Antes de proceder a la complicada empresa que tenía ante sí, abrió las ventanas para que entrara algo de fresco, y se quedó asomado allí unos instantes. Fuera, efectivamente, la luna llena brillaba con fuerza en lo alto aquella noche de verano, impregnando la ciudad de una blancura nívea. Pero no podía decirse que la estampa fuese romántica. El bochorno era insufrible. En la calle, los pocos que aún paseaban lo hacían arrítmicamente, como poseídos por una pesada desidia. Brujuleando. Desdibujados garabatos humanos. Incluso el perro que olisqueaba algo junto al portal parecía hacerlo con apatía, como si no tuviera más remedio que hacer eso por ser un perro. The Cure, con su The Last Day of Summer sonando desde la ventana de algún apartamento cercano, tampoco ayudaban a animar el panorama precisamente. A lo lejos, un tipo uniformado fumaba un pitillo cruzando la calle, éste sí con andar brioso, pero que parecía más fruto del mal humor que de otra cosa.
            Aquella visión de la ciudad suspendida en la apariencia hostilmente irreal de una pesadilla llenó de ansiedad a Marcos, si bien no lo bastante, eso sí, como para rebajar la excitación que le había provocado el sobamiento interruptus con Laura y de la que aún había signos visibles en su cuerpo.
            Aun así, la frialdad mortecina que, pese al calor, o a causa del calor, se apoderaba de las calles ciertamente lo turbó. Debía de estar proyectando su propia ansiedad en la visión de la ciudad, tan arredrado estaba ante la magnitud de la misión que se disponía a afrontar. ¿Iba a seguir con aquella farsa del manitas y pasar un mal rato casi a diario en esa maldita casa en la que nada funcionaba como debía sólo para hacerse el héroe? Decidió hacerlo. Tras un último tamborileo de sus dedos contra el alféizar de la ventana, cogió la llave inglesa y se tumbó en el suelo, pues se trataba de una enorme lámpara de pie con un extraño compartimento en un lado de la base que, Marcos suponía, debía abrir para ver qué iba mal.
            A ver si termino pronto con esto, se dijo mentalmente. Y, apretando los dientes al hacer fuerza para aflojar las tuercas, se aplicó a la tarea con denuedo, empapando con su sudor el suelo que estaba bajo su espalda, y sobre el que tantas veces había estado en esa posición, también aplicándose, pero con Laura encima.
            – Ni se te ocurra moverte de donde estás, cabrón -silabeó con violento aplomo alguien desde la puerta del salón.
            El miedo atravesó a Marcos de súbito como un rayo helado, paralizándolo. Su suegro dijo entonces algo que, de todos modos, no le había costado mucho imaginar.
            – Tengo un arma y estoy apuntándote. Quita tus manos de mi caja fuerte.
Las primeras impresiones son importantes.
            A Marcos el corazón no podía latirle más rápido. De acuerdo, sólo tenía que levantarse y explicarse, era así de sencillo. Pero surgió un pequeño imprevisto: la voz no le salía. El miedo, la angustia, atenazaron al improvisado reparador de lámparas, impidiéndole hablar, y, a su vez, la incapacidad de hablar acrecentó aún más su angustia, que lo atenazaba así doblemente. Habría sido tan fácil, tan rápido, decir “Soy el novio de Laura”. Habría sido tan fácil. Era absurdo no poner fin a aquel grotesco malentendido en ese mismo momento… pero era incapaz de articular palabra.
            Todavía en el suelo, Marcos giró levemente la cabeza, respirando agitado, para ver la figura de un hombre alto y robusto recortada contra la luz que entraba desde la escalera. Abrumado por la impotencia y el nerviosismo, hizo el intento de incorporarse, apartándose de la lámpara que, cómo iba a saberlo Marcos, estaba junto a una caja fuerte camuflada en una falsa puerta del mueble bar. Y para aclarar el malentendido -la voz seguía sin salirle- enseñó trémulo la llave inglesa que, cómo iba a saberlo Marcos, en la semipenumbra de la habitación le hacía parecer, desgraciadamente, un criminal enarbolando un arma.
            El padre de Laura le pegó dos tiros. El primer disparo de su Walther P99 le reventó el vientre. El segundo ya no le dolió. El golpe seco contra el suelo, tampoco.
– Joder, putos ladrones –se quejó el policía, recobrando el aliento-. Este barrio ya no es lo que era.
Gracias a Dios que Laura no estaba allí.
                        Con la pistola aún humeante en su mano, Adrián se dejó caer en una silla junto a la pared, frente al cuerpo de aquel desgraciado maleante que había estado a punto de jugársela. Secándose el sudor de la frente con la manga de su uniforme, dejó pasar unos segundos en silencio para recuperar la calma.
Por las escaleras, una joven subía alegre con una tarta de chocolate en las manos, apenas sobresaltada por el ruido de unos petardos que había creído oír. Fuera, la luna brillaba.

192-Round de sombra. Por Ravena
194-La taberna de la Pepa. Por Bondongo


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Participantes

Karamazov:

Me ha encantado tu cuento, Tristán, jugando con las expectativas del lector desde el principio mezclando ironía, sensualidad, suspense y tragedia sin que «chirría» en absoluto. Realmente, la vida es cruel y todos estamos a expensas de esa concatenación de trágicas y absurdas casualidades. Mi más sincera enhorabuena de nuevo.


Karamazov:

Me ha encantado tu cuento, Tristán, jugando con las expectativas del lector desde el principio mezclando ironía, sensualidad, suspense y tragedia sin que «chirríe» en absoluto. Realmente, la vida es cruel y todos estamos a expensas de esa concatenación de trágicas y absurdas casualidades. Mi más sincera enhorabuena de nuevo.


Richelieu:

Muy buen relato, sí señor.


CorazónHelado:

Un relato muy valiente,que empieza con erecciones y acaba con una patética muerte. Un cuento sobre una anécdota que acaba en tragedia y con una ironía en el narrador que, por lo casual que parece, resulta increíblemente cruel. No voy a caer en los fanatismos exacerbados que he visto en otros comentarios de otros relatos y que francamente no entiendo, pues siendo sincero apenas he leído treinta de los 205. Pero hasta ahora, éste es de los mejores.Felicidades.


Anagnorisis:

A mí personalmente me llegan más historias con mayor calado emocional, pero es cierto que este relato está muy bien escrito, te sorprende y tiene un final sobrecogedor. El nivel este año es realmente alto.


Laetitia:

A mí la ironía que destila el relato me parece excesivamente cruel, sin piedad por los personajes, y echo en falta un poco de más emotividad, todo resulta irónico pero lejano. Pero oye, que aún así la historia está indudablemente escrita con estilo y tiene pasajes muy elegantes y emotivos como en el que se conocen y se cuenta cómo para Marcos cambió la vida. Incluso la escena inicial de ambos en el sillón me parece perfecta, tierna a la vez que erótica.
Pero el tono del resto del relato no va con mis gustos (esto ya son preferencias personales), a pesar de reconocer que me parece que está narrado con habilidad y estilo.


Tristán:

Gracias a todos por dejar vuestra opinión, de veras; el sistema de este año, que tanto potencia el debate on-line me parece un acierto.
Karamazov, Richelieu y CorazónHelado, es un gustazo que otros muestren entusiasmo con el relato que uno ha escrito, así que un montón de gracias.
Anagnorisis y Laetitia, gracias igualmente por deteneros en leer mi relato con la cantidad de participantes que hay este año :) Es cierto que el relato no es fundamentalmente «emotivo», pero eso pretendía yo en cierto modo, narrar desde una distancia irónica más que conmover directamente. Es más, los pasajes con más sensibilidad que mencionas, Laetitia, me gustan pero a veces tengo dudas de si casan con el estilo del resto de la narración. Pero bueno, no voy a tirar piedras contra mi propio tejado, jaja. Muchas gracias a todos. Saludos.


Zhivago:

No estoy de acuerdo con la última opinión, aunque sea la del autor. No sé si es falsa modestia o dudas propias de escritores y artistas. Porque los pasajes con más sensibilidad encajan perfectamente en la historia, y hacen que el final turbe aún mas, puesto que les confiere entidad emocional a Marcos y Laura.
En mi opinión, esta dimensión emocional hace que pese a la distancia los personajes «importen». Por ello el trágico y absurdo final resulta más pertubador, como he dicho. Me entusiasma tu relato, Tristán, porque juega con el lector al despiste al principio, es sensual, como han apuntado, violento, tierno, y duro e irónico a la vez. No se dedica sólo a apelar a los sentimientos, o a la sonrisa, sino a todos ellos (empresa complicada en tan poco espacio) y lo consigue.
Enhorabuena, tu relato me parece completísimo. Si hay justicia estarás entre los finalistas.


Jorge trejo Rayón:

los comentarios antes que el mío casi lo han dicho todo. Me gustó tu cuento en donde estan presentes eros y tanatos. sorpresivo el final de este que yo considero un verdadero cuento negro.


Enlapenumbra:

Un relato de altura. No puedo más que deshacerme en elogios hacia él. Nos engañas dos veces: primero haciéndonos creer que estamos ante una historia homosexual (aunque engañas a medias, porque la historia sí es muy sexual), y luego llevándonos a un terreno en el que parece que no va a pasar nada para de repente asestarnos un golpe mortal. Me entusiasma tu cuento, el cuento de un narrador juguetón, irónico y cruel. Tiene momentos inolvidables, como la escena del sillón (ese «oler el hombro que quedaba al descubierto» me parece super erótico), el flash-back en el que cuentas el momento en el que se conocen (-«Un té helado, pidió ella, ausente. Y Marcos se enamoró»), las «tapiforlas» y el culmen de la ironía al final («Menos mal que Laura no estaba allí», cuando es justo lo contrario).
Me ha fascinado, realmente.
Como pega, solo decirte que creo que la narración decae algo en el párrafo entre la visión mortecina (¿anticipatoria?) de la ciudad y el momento en que llega el padre de Laura. Pero inmediatamente retomas el pulso con un final sublime (no efectista), irónico, que quita el aliento. Enhorabuena, otra vez, tu relato es casi casi perfecto.


Luis Molero Garrido:

Si, muy buen relato, una historia muy buena, muy interesante, haber si mi voto sirve para que ganes algun premio.


Luis Molero Garrido:

Perdón, ¡»a ver»!, no «haber», jajaja :( Lo dicho, muy buen relato. Suerte.


David:

Enorme relato, donde no sobra nada (cada información que se nos da es por algo) y con esa ironía omnipresente que habéis comentado, que describe, con una prosa dura e inconmensurable lo que al fin y al cabo, y dado que el protagonista muere por hacerse el héroe, es una muerte (tonta) por amor. Genial, abosrbente y con un final a la altura. Felicidades.


Alfonso:

Me ha encantado tío, desde la primera frase. De hecho, son las primeras tres líneas que más me han enganchado desde el comienzo de una historia de todo cuanto he leído, tan frescas y eróticas… Enhorabuena por escribir algon tan chulo.

El resto del relato también me encanta, eh, con ese estilo tuyo con el que resulta tan fácil y placentero meterse en la piel de los personajes, vivir sus historias, e incluso bucear entre sus pensamientos.

Mucha suerte, que repitas, y lo más importante, que sigas escribiendo. :)


NEPC-64:

No he podido parar hasta el final. He disfrutado con tu relato. Gracias.

Suerte!


Tristán:

Muchas gracias a todos por vuestros comentarios. Es un gustazo leer cosas como las que me habéis escrito. Pocas cosas hay en la vida más gratificantes que proporcionar placer (del literario también, jeje)a otra persona, crear algo en lo que, durante unos minutos, sus sentidos, su vida, se centren. Conseguir eso es un pasote, una sensación única. Y que me digáis que así rebasa todas mis expectativas.

Tomo nota también de las sugerencias, que seguro que me sirven para ir dando más pasitos en este terreno que creo que no voy a dominar nunca (no pierdo la perspectiva de que «Cita a Ciegas», es sólo una historia breve, más o menos conseguida).

Y nada; a ti que te conozco, Alfonso, gracias por tu comentario, que, porque nos conocemos, sé que es sentido y sincero, pues me quieres demasiado para engañarme.
Y a los que tengo el gusto de conocer (Zhivago, Jorge Trejo Rayón, Enlapenumbra, Luis Molero, David, NEPC-64), gracias por vuestro comentario, que, porque no nos conocemos (y no podéis tener interés alguno por tanto en halagarme porque sí), sé que es sentido y sincero.

Gracias. Gracias. Gracias. ¡Saludete!


Delgadina:

Enhorabuena por tu relato. No sé que más comentarios hacerte, creo que ya se ha dicho todo, es uno de los mejores textos que he leído, tiene muchos ingredientes para estar entre los finalistas. Para mí es un placer competir con escritores de tanta calidad.


libélula:

He leído muchos relatos, pero no todos. El tuyo lo he elegido poque tienes posibilidades de ganar. Me ha gustado, el final es muy triste y tan injusto como muchas cosas en nuestras vidas.
Te mando un empujón hacia la cima.


Norma Jean:

Inquietante, irónico, inteligente, irreal, irrespetuoso, interesante…
Comparto la opinión de algunos de tus lectores. Con relatos como el tuyo, este año el jurado lo tendrá complicado. Tienes mi voto y mi felicitación.


Enrique:

Bueno, siento disentir de tanto elogio, espero que el autor me disculpe, pero voy a dar mi opinión sinceramente.
Este relato me resulta poco creible, primero porque debería tituarse quizá «Cita en la oscuridad»,segundo porque no me cuadra que un novio se presente en un cumpleaños sin conocer de nada al suegro, al menos no se explica la razón y  que se ponga a arreglar una lampara en el suelo sabiendo que está a punto de llegar.
La «noche Nivea» me resulta inimaginable.La luna puede aportar resplandor,brillo y muchas cosas, pero blancura de nieve, no puedo imaginarlo.Será, sin duda, problema mio.

Finalmente me queda un pregunta sin respuesta: La erección del protagonista, de la que se nos informa puntualmente a cada movimiento en el relato,no sabemos en que estado está, cuando el policia le apunta con el revolver. Una lástima.

Por lo demás, está bien.

Suerte en el certamen.


Tristán:

Delgadina, gracias por tus palabras, más viniendo de una contrincante y autora de un relato tan bonito como el que has escrito.

Libélula, me alegra que te haya gustado. El que a alguien le guste, aunque sea un poco, algo que uno ha escrito es una sensación preciosa. El final sí que es triste, injusto y absurdo, como muchas cosas en esta vida, sí. Y recibo tu empujón con ilusión y agradecimiento. ¡Gracias!

Norma Jean, gracias por los calificativos que dedicas a mi relato. Yo pretendía que fuera todas esas cosas, y, aunque seguro que podía haberme salido muchísimo mejor, con que a ti te lo haya sugerido me doy con un canto en los dientes. Los elogios se agradecen doblemente al venir, como en el caso de Delgadina, de una contricante con un relato tan conmovedor como el tuyo. Un montón de gracias, de veras.


Tristán:

En absoluto tienes que disculparte; si ni siquiera cualquier gran escritor tiene nunca un respaldo unánime, mucho menos voy a tenerlo yo, que sólo soy un novato intentando aprender; ni aspiro a tenerlo, vamos. Así que si las críticas vienen con educación, como la tuya, son bien recibidas, por descontado. El que te hayas leído mi relato ya es para mí un honor. Gracias.
Eso sí, disiento bastante en cuanto a las pegas que le pones al cuento: En primer lugar, el «a ciegas» del título, evidentemente, no se corresponde con lo que luego sucede (no es una cita «a ciegas» en el sentido habitual de la expresión), celebro que te hayas percatado, pero esto es deliberado, para jugar al equívoco. Siento de veras que no te haya gustado.

En cuanto a la blancura «nívea» (que no «nivea», eso es la crema) significa no solamente «de nieve», sino «semejante a la nieve» (DRAE). A mí, la luz de la luna llena sobre las calles sí que me parece a veces similar al blanco de la nieve, claro que es una apreciación personal. Quizá sea algo exagerado, pero para eso están las figuras literarias; aquí, una hipérbole, que se ve que no son de tu agrado.

Igualmente, si no te resulta verosímil que un novio sea presentado al suegro el mismo día de su cumpleaños, pues bueno, qué le vamos a hacer; a mí no me resulta descabellado; es más, me ha sucedido a mí mismo, sin ir más lejos. Y según como estés de enchochado por tu novia (Marcos lo está mucho, igual no he sabido transmitir eso)uno arregla una lámpara y lo que haga falta en las circunstancias que sean.

Pero vamos, que lo cierto es que tampoco he pretendido ser verosímil ni realista ni creo siquiera que haya que serlo.

Tampoco creo que haya que explicar la razón de las cosas (en este caso de por qué no se conocen) en un relato. Si éstas no son relevantes, en mi opinión (que puede estar equivocada, por supuesto) son paja, con perdón. No vayas a relacionar la «paja» con la de las erecciones que tanto te molestan. Mis más sinceras disculpas en este respecto por otra parte, claro está.
Te conmino, eso sí, a que releas el relato (o en su defecto, no quiero torturarte, a fiarte de mi palabra) para comprobar que sólo en dos ocasiones se habla de la erección del protagonista (una en el párrafo inicial, y otra rebasada ya la mitad del relato). Por eso, Enrique, creo que te has pasado y no has sido nada riguroso afirmando que de la erección «se informa puntualmente a cada movimiento del relato», porque, sencillamente, no es cierto. Critica cuanto quieras de los relatos, eso se pretende (y me encanta además) al dar este año la posibilidad de dejar los comentarios, pero sin inventarte. Yo encajo las críticas perfectamente cuando se basan en algo real. Vamos, que la crítica, la ironía y el dárnosla de ocurrentes están de arte, pero mejor cuando están al servicio de una base sólida.

Asimismo, es un relato con mucho trasfondo sexual, por lo que es normal que haya erecciones. A mí además es que las erecciones me encantan (sobre todo las mías) y no creo que tenga nada de malo que aparezcan en un relato. Siento que tú tengas problemas con las erecciones (con las de mi cuento, me refiero), no puedo hacer nada.
Y finalmente, en lo referente a tu duda final, pues no lo sé, seguramente seguirá empalmado el pobre cuando lo matan. A mí al menos si me pilla un día tonto no me la baja ni un nota con una pistola. Claro que cada uno somos de nuestro padre y nuestra madre.


Bibliófilo:

Jajaja. Ahí llevas mi voto, por el relato tan completo y perturbador que has escrito y también por ese último comentario que has escrito. He disfrutado muchísimo con ambos. Enhorabuena.


Enrique:

Tristán, pasa con tu comentario, algo parecido a la sensación que tienes a leer el relato, que dices que no te molesta, pero no cuadra. No era mi intención molestar, es más, digo que probablemente sea un problema mio.
He leído dos veces tu relato, la primera vez tuve la misma sensación que cuando alguien te dá un donut mordisqueado, que no es redondo. Y volví a releerlo. La erección no sólo no me molesta, creo que es un atractivo del relato y que se merecía alguna alusión final, cada expectativa creada, en mi opinión,se debe cerrar.
Hay más cosas que no terminan de cuadrar, creo que la trama es precipitada, sobre todo el final, con el fin de sorprender, pero como dije anteriormente, entiendo que pueda ser apreciación exclusivamente mia y no quiero volver a molestarte. No obstante, yo no puedo ofrecer otro punto de vista que el mio propio.
Si te sirve de algo, te diré que pocos relatos, apenas diez, han comseguido que me pase más de una vez por su rincón, algunos para disfrutarlos de nuevo, otros como el tuyo, buscando, si en la lectura, se me ha escapado algún detalle que pudiera redondearlo.
De nuevo, suerte.


Tristán:

Bibliófilo, gracias por tu voto (aunque ya es para nada), espero que se deba sólo a que te ha gustado mi relato, no al comentario posterior, ¿eh?

Enrique, yo encajo bien las críticas, pero críticas basadas en algo. Tu crítica primera fue, quieras o no quieras, tendenciosa y sobre todo de una ironía eviodente. Y no entiendo cómo se puede criticar el relato de alguien que no conoces con esa carga de sarcasmo (vamos, hombre, por mucho que te hayas «bajado del burro») o mintiendo: cito textualmente: «La erección del protagonista, de la que se nos informa puntualmente a cada movimiento en el relato», cuando sólo se menciona dos veces. Y yo la mentira no la tolero, ni tampoco las críticas sarcásticas, pues las críticas deben ser constructivas y respetuosas con escritores que han dejado aquí sus relatos expuestos con toda la ilusión.
Dicho lo cual, gracias por tu última crítica, porque ésta sí que es respetuosa y sensata. No sé si estoy de acuerdo con ella porque aún no la he analizado, pero lo haré, porque puede revelarme cosas que mejorar en mi escritura. Y sería genial, qué carajo, así es como se mejora, con críticas constructivas. Por tanto, esta vez sin ironía, gracias por la segunda de tus críticas. Y baquí queda zanjado el tema para bien.

Finalmente, a la Asociación, deciros con todos mis respetos que no entiendo la descalificación de mi relato. Y me gustaría, es más, os pido, que hagáis públicos los criterios técnicos que avalan tal decisión, pues realmente me ha desmoralizado y apenado por completo. No porque pensara que podía ganar el Premio del Público, puesto que ya hay un relato destacadísimo. Y además, hombre, todo lo que sea ganar algo alegra, pero lo que a mí realmente me importa y me llenaría de alegría es ser seleccionado por el jurado, que son los profesionales, qué coño.
No, si me apena no es por no ganar el Premio del Público que de todas formas no iba a ganar, sino porque me asquean las trampas. Podría contar alguna circunstancia vivida en este mismo certamen en alguna edición anterior que hablaría bien a las claras de mi nula predisposición a las trampas, pero me veo atrapado porque si lo hago desvelaría mi identidad, por lo que, como digo, estoy atrapado.
Así, no puedo defenderme y he de dejar que se descalifique a mi relato, cuando ni siquiera le he comentado a mi familia, sino solamente a mi pareja y una amiga (que además no tienen ni idea de informática) que concursaba en este certamen.
Además de inmoral (cosa que yo no soy) habría que ser además tonto (cosa que tampoco soy) para hacer trampas viendo que el sistema efectivamente está funcionando y ya han descalificado a otros relatos.
En fin, que estoy totalmente abatido esta mañana, ya se me pasará, porque he entregado un relato con toda la ilusión y entusiasmo del mundo y ahora a un cuento al que tengo cariño lo veo marcado como sospechoso de algo mezquino. Y repito, esto me da ASCO.
Claro que, si esto no se debe a un error de la organización (en cuyo caso me encaría que lo rectificaseis), ahora caigo en la cuenta de lo fácil que es desacreditar y dañar a otro relato votando por él de forma fraudulenta. Si, como sospecho, esto es lo que ha sucedido, a quien lo haya hecho decirle que me repugna. Que intentar perjudicar a un relato porque acojone que siga ganando votos o simplemente porque no te guste el relato e intuyas que tampoco el autor me parece deleznable, y que si tú también estás compitiendo en este u otros concursos, te deseo en tus empresas literarias lo peor, de corazón.

Y nada más, que qúe pena y qué miedo que sea tan fácil sembrar la dudad sobre un escritor. Pero tranquilo/a, de todo se aprende, y yo tengo mi conciencia tranquilísima, la seguridad de que el jurado no se dejará influir por esta mierda (con perdón) y que si me selecciona será porque estaré entre los mejores relatos y si no, porque no lo estoy.
Así que listo/a, me has jodido un pelín el día, ya ves, pero se me pasará en nada. Porque el jurado, que es quien importa, seleccionarñá a los diez mejores, te gusten a ti o no, y si el mío no estuviera (ojala sí), espero que estén relatos que no te gusten nada. Adiós, patético/a. Y a los que habéis votado y dejado vuetsros comentarios, mil gracias de nuevo y espero que disculpéis este textazo que he plantado aquí. Saludete.


Diógenes:

Hola Tristán

Quería decirte que siento mucho tu descalificación para el premio del público. Creo que es el mejor relato que han descalificado hasta ahora. Es verdad lo que dices, desde hoy estará esa mancha que algunos nos puede causar Asco. Yo espero que nadie vote fraudulentamente por mi cuento. Creo que la organización se podría estrujar un poco para el año siguiente otro método más justo. Aunque es difícil, muy difícil y a mí no se me ocurre nada. También decirte que no tienes porqué echar bullas a nadie, es probable (aunque menos) que haya sido con «buena intención» Es decir, alguien a quién tu cuento encantó y que deseaba por todos los medios quedar ganador.
Yo mismo lo sé, porque yo sí se lo de dicho a amigos míos, y al primero que se lo dije enseguida me sugirió la posibilidad de que desde su ordenador iba a votar una «pechá» de veces. Menos mal que yo estaba ahí para reñir, y le expliqué todo con pelos y señales.
La otra opción es que haya sido alguien con mala leche, que de todo hay en este mundo.

A mí personalmente, me encantaba tu cuento, y me sigue encantando… sufro cierta desazón con todo esto de las descalificaciones. Desde aquí te quiero mandar mi apoyo, y decirte que no te preocupes, que el jurando es quien manda, (cómo tu bien has comentado por ahí arriba) así que ellos decidirán a los mejores, y yo creo que tu texto se merece entrar en la final con holgura. Ya no te puedo votar, porque ya lo hice mucho tiempo atrás.
En fin, tu relato me ha atrapado, por una sencilla cuestión: engañas al lector, lo sorprendes…Ya te han dicho de todo lo posible en los demás comentarios. Como veo que interesan las críticas constructivas te diré que en algún momento me atascaba con la lectura, (sólo unos momentos) Seguramente habrás leído el texto en voz alta para ver algunos fallos y corregirlos, te sugiero que lo vuelvas a hacer. Pero tranquilo, solo son en dos o tres ocasiones. Por lo demás, CHAPEAU!!
Y por cierto, a mí también me parece que la luz de la luna sobre la superficie tenga un efecto níveo. Yo en unos de mis poemas (no publicado) escribí algo parecido, te lo dejo aquí, y suerte en el certamen, espero que estos versos te animen (aunque no son muy alegres):

Caminaste por el sendero de nieve
En mitad del mar,
Sobre las olas
Y bajo la nube luna
de siempre
como cerrando los ojos, y cavando tus piernas
en la mar


bobdylan:

En líneas generales tu relato me ha gustado; no creo necesario comentarlo demasiado en profundidad, aun cuando he de decir que me han gustado más algunos otros de los que he leído hasta ahora(por razones ajenas a mi voluntad me he tenido que parar en el nº 100).

Argumentalmente, creo que la historia es algo inverosímil, pero está bien construida y el final resulta bastante ingenioso.

Por supuesto te deseo suerte en el certamen. Creo que tu relato tiene posibilidades reales de quedar finalista.

Respecto de la descalificación, entiendo la rabia que debes sentir puesto que tus palabras parecen absolutamente sinceras. Igual de asqueroso debe ser tratar de ganar el premio del público haciendo trampas para obtener votos, que hacer que descalifiquen a un rival empleando medios fraudulentos.

Obviamente existe un sistema para evitar en futuras ediciones que vuelva a suceder algo así, y sería limitando las votaciones del público de forma que únicamente los autores que hayan/hayamos presentado relatos a concurso puedan participar en las votaciones, asignándonos por ejemplo algun numero de clave en el momento en que nuestro relato sea aceptado a concurso, y que dicha clave sea necesaria para posteriormente emitir los votos. De esta forma, pagarían justos por pecadores, pues mucha gente que no es escritora pero sí lectora tendrían cerrada la posibilidad de emitir sus votos, pero al menos se terminaría con el amiguismo o con cierta clase de chanchullos más o menos indetectables. Además, de esta forma el premio del público tendría un valor añadido, al haberse logrado únicamente en base a los votos de nuestros competidores.

En fin, que visto lo visto casi debo alegrarme de que mi relato esté pasando sin pena ni gloria, porque al menos puedo dormir tranquilo sabiendo que ni me van a descalificar ni, al igual que otros años, este tampoco voy a resultar premiado ni por el público ni por el jurado.

Saludos y te reitero mis mejores deseos para el certamen.


Tristán:

Quiero dejar ya zanjado este tema. Siento haberme desahogado de esa manera un pelín excesiva, pero soy muy visceral, y es que no me creía lo que estaba pasando, y sentí tanta rabia que tenía que darle salida por algún lado para no estallar.
Es cierto que también podría haber sido alguien con afán de «ayudarme», pero es que las personas pocas cercanas a mí que lo saben no entienden de informática como para trucar los ordenadores o lo que se haga. Además, yo les recalqué que ya habían descalificado relatos por hacer trampas. Así que la explicación más razonable, y más nauseabunda, para mí es la que ya comenté.
Yo también creo que en próximas ediciones la organización del certamen, que creo que hace un trabajo francamente bueno, debería en este sentido cambiar alguna cosita y, como apunta bobdylan, que votásemos los autores, unos a los otros (10 cada uno o algo así), pero eso ya no es materia de esta edición.
Ya hoy se me ha pasado la rabia, estoy tan tranquilo, con la cabeza bien alta (tiene huevos ese primer impulso de avergonzarte por algo que no has hecho). Y total, lo importante e este certamen es leer relatos, hablar sobre ellos, y ya si t escogen entre los finalistas, pues genial. Y eso no va a cambiar.
Por eso, como digo, dejo el tema zanjado aquí porque entiendo que éste es un espacio para disfrutar de la literatura a los que nos encanta la literatura, y hay que pasar de polémicas y tonterías, porque así lo que hago e sdar cancha a gente que no lo merece.
Además, a partir de ahora me voy a autodenominar Tristán «el hacker», para pasarme por ahí toda estas tonterías.

Diógenes, gracias por tus comentarios, es un pasote escribir algo que guste a la gente. Gracias.

Y Bobdylan, gracias también por los tuyos. He visto tus comentarios en otros relatos y siempre me han llamado la atención por la exactitud, educación y sinceridad con que los haces. Analizaré lo de la verosimilitud ya que no eres el primero que me lo dice. ¿A qué te refieres exactamente? Me ayudarías. Gracias. ¡Saludos a todo el mundo, hombre!


Norma Jean:

Espero que los del Canal te den, al menos a tí, las explicaciones oportunas del por qué de la descalificación. Y espero que se cambie el sistema para futuras ediciones para evitar estos casos. Brindaremos en Murcia mientras recogemos los premios por estar entre los finalistas. De nuevo, mucha suerte


Delgadina:

Entiendo tu cabreo inicial, a mi me pasó que, cuando vi los primeros descalificados, siempre miraba mi relato con el miedo a estar entre ellos, por la vergüenza que eso suponía para mí, no me gustan las trampas y temía que algún amigo tratando de hacerme un (flaco) favor intentara cualquier cosa fraudulenta.

Pero si somos objetivos y analizamos lo que supone el premio del público creo que no debemos preocuparnos tanto por él. Tal y como está establecido siempre ganará el que más contactos tenga, o sus amigos sean más activos difusores. Aquí hay muy buenos relatos que apenas sobrepasan los diez votos, está claro que el que tenga más de cincuenta (y yo tengo más de cien) es porque lo ha divulgado entre sus conocidos, no por la calidad del relato en sí.

Pero yo creo que el premio del público es para eso, para que entre todos divulguemos esta página, para que haya más visitas, y más gente pueda llegar a conocerla. Yo no lo considero un premio a la calidad, sino a la cantidad y creo que Canal Literatura está en su derecho de hacerlo así, cuanta más gente les conozca más vida tendrán, y podrán realizar mejor su labor de difusión de la literatura.

Pues después de este rollo, solo me queda decirte que ánimo y que ojalá nos veamos en la final.


Tristán:

Tristan «el hacker»
Sí, es verdad, si ya se me ha pasado la indignación, no era realmente por el hecho de ser descalificado en sí, sino porque algo que he he escrito con tanto cariño quedase «estigmatizado», «marcado» injustamente. Pero he entendido que no es así, y ya paso del tema y de darle a nadie una satisfacción con mi cabreo.
Delgadina, ya te he dejado un comentario diciéndote lo mucho que me ha gustado tu relato. Enhorabuena de nuevo.
Norma Jean, mucha suerte también a ti: el tuyo está, sin duda, entre los diez mejore srelatos que he leído.
Y Diógenes, siento no haberte contestado antes: tus versos preciosos: «sendero de nieve», la nube luna», pedazo de imágenes.


Sinlímites:

No sé cómo no he leído tu relato antes. Es un relato no sólo efectivo, sino rebosante de talento. Cruel, erótico, irónico, implacable, y con un vocabulario riquísimo (rezongar, displicencia, nívea, tamborileo). No comparto o de que le falte similitud en absoluto; sí en cambio lo de que en alguna ocasión me he atrancado en la lectura porque durante un instante pierdes el pulso al relato, aunque lo retomas de forma sublime. Sólo ese pero, y dentro del marco de que me ha encantado y seducido totalmente. Enhorabuena. Con sus imperfecciones, un relato enorme. Mi favorito.


Sinlímites:

Quería decir «verosimilitud», no «similitud». Y siento lo ocurrido con la decsalificación, a mí también me huele raro que sucediera justo después de esa crítica absurda y malintencionada que recibiste. En fin, siempre hay gente con vidas muy pobres como para hacer algo creativo y que se decican por tanto a destruir y sabotear. Piensa que tampoco han conseguido estropear nada importante, Tristán. Enhorabuena de nuevo.


Tristán el hacker:

Bobdylan, gracias por tus comentarios, y si me pudieras apuntar en qué sentido ves poco verosímil el relkato, me ayudarías un montón. Gracias ;)

Gracias también, Sinlímites, por tus palabras. Como ya digo, es un auténtico subidón que alguien te diga que ha disfrutado con algo que has escrito. Por lo de la desagradable experiencia de la descalificación no te preocupes, es agua pasada; y como dije, paso de irritarme por eso ya, no tiene trascendencia alguna. Gracias de todas formas por tu apoyo.
En cuanto a lo que comentas acerca de la pérdida de ritmo en un punto del relato, me gustaría que me dijeras en qué punto.

Y a ti, Diógenes, también te pido que me digas en qué punto te atrancas, para ver si coinciden con los que yo pienso, ¿vale? Muchas gracias, en serio. Lo grande de que exista la posibilidad de comentar los relatos es precisamente esto, que me podáis hablar de las virtudes y los defectos del mismo, y así analizar los errores y mejorar, que es lo que pretendo, escribir cada vez mejor. Si bien es cierto que a veces, leyendo cosas tan geniales de auténticos máquinas como Philip Roth o Dostoievski (es con los que estoy ahora), uno se desanima pensando que es imposible escribir ni la milésima parte de bien que ellos. Pero bueno…

En fin, que este formato me parece genial porque normalmente no se tiene esta oportunidad, pues la gente que te rodea siempre, es normal, tiende a acoger con entusiasmo cualquier cosa que uno escribe.
Saludos a todos y viva el certamen, hombre ya.


Cuasiqueno:

Tristán, por tus comentarios pareces, efectivamente, una persona bastante visceral, como tú mismo dices. Visceral y curioso, lo de la inverosimilitud te tiene en vilo. A ver si yo te puedo ayudar.
A mi, en realidad, me parece todo bastante verosímil, excepto el final. El chocheo del chico por la chica está muy bien dibujado y aunque no sé cuántas parejas adolescentes se dedican arrumacos y magreos en la casa de los padres de ella, hasta eso me lo puedo creer. Pero lo que hace del final algo inverosímil, es que parece preparado a propósito para sorprender, no viene fluido, y por eso resulta un poco postizo. La caja fuerte convenientemente situada y que un poli le pegue dos tiros sin más a ese pobre infeliz resulta novelesco. Intenté imaginar que el poli no era buen profesional y actuó con tal negligencia. Pero creo que la historia merecía otro desenlace, aún con el mismo resultado de muerte, con un poli más poli, antes de los disparos y después, y una muerte menos absurda.
Sin embargo, he de decir que a veces la verosimilitud no es lo más importante, y en ocasiones los escritores no pretenden que su historia sea verosímil, sino otras cosas.

El relato no está mal, a mi me ha entretenido y me gusta más que otros muchos que he leído.

Por cierto, entiendo los comentarios de Enrique, que han podido resultar un poco ácidos, pero sucede que en este certamen prevalecen los comentarios condescendientes, donde todo escrito parece bueno, y escasea la crítica literaria sincera y veraz. Entiendo ese arrebato de «voy a decir lo que pienso porque alguien tiene que hacerlo» y el sarcasmo utilizado para despertar a los que opinan dormidos. Yo soy un poco Enrique, por mi carácter crítico, y un poco Tristán, porque también me encantan las erecciones.


Tristán el hacker:

Cuasiqueno, claro que soy visceral, jeje. Y, vamos, no voy a censurar en otros lo que yo mismo soy. Soy visceral, e irónico, pero sin dejar del todo al margen el sentido común. Bobdylan ha puesto pegas a mi relato, pero con fundamento. Y eso me gusta, y lo analizo porque no soy tan engeído como para pensar que no puedo mejorar. Todo lo contrario. Lo mismo sucede con tu crítica, la he leído con interés y puedo asegurarte que pensaré sobre ella. Pero lo de Enrique era algo absurdo: decir que nombraba la erección a cada momento (cuando son dos veces), que la ciudad no podía ser nívea, etc etc. Coño, está bien ser caústico e irónico, pero si esto está al servicio de la inteligencia, coño, no al servicio de la pamplina. Y soy el primero que también digo que en este certamen hay muchas críticas condescendientes y poniendo a todos los relatos por las nubes, y todos son estupendos. Y hay que ser un poco más críticos. Pero con fundamento.
Y siento que el final haya parecido postizo. Yo quería intencionadamente que fuera algo «absurdo», porque pensaba en la cantidad de veces que situaciones rocambolescas y absurdas, en principio poco plausibles, acaban en tragedia.
A ver si te consigo transmitir eso la próxima vez, porque soy el primero al que le dan coraje los finales forzados y efectistas… :) saludos y gracias por tu exhaustivo análisis aunque esté en desacuerdo con él. Gracias, en serio. Y viva la ironía y las erecciones por supuesto, vamos. Son lo mejor.


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